Salida 16/06/2013 Crónicas Muleras

17.06.2013 21:00

Aún sabedores de los riesgos que corríamos, siete valientes nos presentamos en el puente a las nueve (bueno seis, el otro, el de siempre, el que vds. imaginan, llegó con el correspondiente retraso defecatorio). A lo lejos, nos pareció ver gente disfrazada de moro y con ruedas finas.... un espejismo, sin duda. El ínclito Mula lo había pregonado a los cuatro vientos: ¡¡¡tengo ruta!!!!....lo que no tiene es vergüenza el mú canalla. El caso es que, pá darle gusto al muchacho, partimos en pos de esas emociones fuertes a las que nos tiene acostumbrados cada vez que cometemos la torpeza de hacerle caso. Atravesamos el puente, y por el descendedero llegamos a la pista de Alange. La criatura protagonista impone un ritmo vivo intuyendo sin duda que nos conviene ganar tiempo por lo que pueda ocurrir. A la altura de Miralrío y como a las rutas muleras no le pueda faltar de ná, nos llueve generosamente vía aspersores, nos ponemos de barro hasta arriba y el Novio de la Muerte tiene sus más y sus menos con una caña demasiado baja que le mete una hostía del quince que hace que la visera del casco se le vaya de excursión por sus cuenta...juramentos en arameo acompañados de descojonos varios. Terminamos la pista y salimos a la carretera (ya saben vds., rutas mixtas de ésas...) hasta llegar a la Venta del Cuerno, giro a la derecha y ascensión hasta la presa con las primeras fatiguitas. Superada la presa, giramos a la derecha y rodeamos el castillo por un bonito camino con toboganes. Volvemos a desembocar en la carretera (más rutas mixtas) y rodeamos el embalse. Empiezo a cuestionarme seriamente mi presencia en el evento cuando, de repente, giramos a la izquierda tomando un camino con polvo y piedras dignas de una buena ruta mulera. No me oriento muy bien, pero me da la impresión que vamos camino de La Oliva, miro el cuenta, 35 km., las diez y media, me quitan el pellejo..., cuando, ¡oh, sorpresa!, el zapador jefe se baja del jumento y, amablemente nos abre una cancela a la izquierda....vista al frente, sierra virgen, camino apenas perceptible. El bicho intuye mis dudas y se destapa: ¡ no te preocupes, si nos vamos a bajá tos!. Miedito....iniciamos la ascensión por lo que en su día debió ser un camino, superamos una casa en ruinas y el “camino” ya no es tal. Las hierbas nos superan en altura y la pendiente nos descabalga. El “camino” tiene hoyos donde fácilmente caben las monturas y empujamos con los manillares a la altura de las orejas. El lorenzo atiza lo suyo, no consigo divisar la cima y me voy rezagando mientras repaso algún que otro árbol genealógico hasta quedarme sólo. Empiezo a albergar serias dudas sobre mi supervivencia al día de la fecha, cuando por fin alcanzo el que, erróneamente, creía el final del sufrimiento. Allí a la sombra de una encina andaban los malajes dando cuenta de barritas varias. Yo hago lo propio unos metros más adelante una vez insultados convenientemente por no esperarme. El prota advierte sobre la peligrosidad de la bajada y sin más dilación, empieza la charlotada: los jumentos bloqueados bajan sin detenerse rindiéndose ante la impresionante pendiente. El Sr. Cid. que baja detrás mía acompañado del Cano, me recrimina el exceso de precaución recomendándome más celeridad a la hora de pasar por el pedregal. Amablemente, le cedo el paso y diez metros más adelante, se descerraja una hostia de esas que hacen afición. El bicho se levanta entre las piedras con la pierna derecha con más matauras que un burro viejo. Continuamos hasta el final del cortafuergos para ver descender primero al Ervi, que tiene sus más y sus menos pá sujetar la montura, y al Zuri que, delante de nuestras narices, se mete el hostión del día (fue puntuado 9,8 sobre 10). Después de las correspondientes felicitaciones, y a pesar de la altura, nos damos cuenta de que no se divisa ni un triste camino. Miradas asesinas se dirigen al autor intelectual de la fechoría que no tiene empacho en reconocer que no tiene ni puta idea de cómo sacarnos de allí y muestra su contento al divisar dos alimoches entre el grupo de buitres que nos sobrevuela (perturbadora visión sin duda...). Pincho la rueda delantera, arreglamos el entuerto y continuamos saltando alambradas, muros de piedra y atravesando olivares. Nada..., ni un triste camino que llevarse a las ruedas. Las cinco o las seis nos hubieran dado si no fuera porque, al fin, llegamos a un pedregoso camino que nos situó en la Sierra de Juan Bueno y luego en la Zarza. Parada para repostar agua y, cagando leches, pa la imperial urbe. Antes, otra muestra más de inteligencia mora y, gracias al Lejía, que conoce un atajo, junto con el Ervi, nos arreamos gratis otro par de kilómetros de más. Un poco más adelante, nos juntamos de nuevo, con el Mula pinchado. Arreglado el entuerto, continuamos por la pista de Alange hasta llegar a altas horas del mediodía. Seducidos por los cantos de sirena de Carmina, nos marcamos una rápida travesía urbana para llegar a nuestro lugar de oración donde ya hace una rato que el personal carretero se despacha unos tubos. Setenta kilómetros, ronda doble pa los de las ruedas gordas y así recuperar el terreno perdido mientras abrimos el plazo de inscripción de la ruta mulera de la temporada 2013-2014. Yo he reservado un par de inscripciones......