Salida 02/12/2012 - Crónicas squirteras

01.01.2013 00:00

Resonaban aún los ecos de la Última Cena mora cuando el domingo a las 8,30 esperaba al Niño de las Letras en la puerta de mi casa. Entre tiritón y tiritón rogaba al Altísimo para que el canalla, que había vuelto a rendir visita al Chamorro-Copas la tarde antes, se hubiera olvidado de pasar a recogerme. Vana esperanza…Mientras recorremos la N-630, repasamos crónicas de sociedad moras tras el evento del viernes. A la vista de lo acontecido, me permito recomendar a la actual directiva un par de cuestiones en relación con futuras concelebraciones. En primer lugar, dada la duración de asunto, en lugar de fijar “el día”, debían anunciarse las fechas de su celebración (2 normalmente, aunque alguien tiene el record en tres…). En segundo lugar, vistos los cebollones imperantes y dado que somos fácilmente identificables, no haríamos mal en suscribir un seguro de responsabilidad civil. En fin, a lo nuestro. A lo largo de la carretera, vamos superando valientes…Zuri, Gaspar, Pantani. El color blanco de la escarcha y los caretos de los superados hacen mella en mi, ya a esa hora, escasa moral. Con estos mimbres, llegamos a la gasolinera de Aljucén donde ya obra el personal. Los AC/DC resuenan atronadores mientras preparamos los jumentos y esperamos a los valientes. Hace un frío que te rilas, tanto que el Mula decide pasar de casco con tal de ir calentito con un par de gorros…al fin y al cabo, según dice el bicho, “algo me quitarán en caso de hostia”..Llegados los valientes y en número de diez, comenzamos la ruta impuesta por el Capitán Gancho cogiendo el camino del Moro. Hace tiempo que no sabemos nada de nuestros apéndices, nos duele todo y, aunque las dos neuronas que nos quedan para terminar el año, nos ruegan encarecidamente que paremos a hacer lumbre, hacemos caso omiso y continuamos por las traseras del Moro. Los cuestones que habitualmente nos calientan de lo lindo, no son suficientes en esta ocasión para romper a sudar. En los charcos hay carámbanos del quince y en las zonas de umbría nos da la risa. Alcanzada la zona del Huevo, mi cambio decide tomar la palabra y se vuelve autónomo. Paramos para intentar repararlo y los mecánicos oficiales hacen lo que pueden. Continuamos hasta el embalse del Muelas. Parada reagrupadora y miccionadora para seguir por la carretera hasta que el Paralímpico se aparta de la disciplina del grupo para seguir campo a través: Error….al pasar bajo una encina, decide contribuir a su poda y se arrea con gran estruendo una buena hostia con una rama bastante curiosa. Tranquilos. La cámara que luce en el casco no ha sufrido daños. Desvío a la izquierda para coger la cañada, mucha agua y terreno pesado por la humedad pero buen ritmo. Como pueden suponer los avezados lectores, hace tiempo que me he adueñado en exclusiva del último lugar del grupo y con el pescuezo estirao espero no perder la estela del personal. Hace un rato que determinado integrante del pelotón nos viene ilustrando sobre cierta técnica masajeadora de partes pudendas de las señoras que hacen las delicias de éstas. Efectuada parada reagrupadora en el cruce de Arroyomolinos de Montánchez, y conocida mundialmente la condición de expertos amantes de la nómina mora, mientras nos desayunamos las barritas y los orejones, pedimos detalles sobre la correcta ejecución técnica del asunto, siendo informados cumplidamente mientras el Máquina, dada su sequía, ruega encarecidamente cambiar de tema antes de ponerse burro. Al hilo de esto, el Mula expresa su disconformidad con los inmuebles carentes de bidé…..lo que da pie al amigo Zuri para aportar la frase del día. En efecto, relata el ínclito que determinado patriarca calé expresó al respecto que desde que hay microondas y bidé, ni los garbanzos saben a garbanzos, ni los chuminos a chuminos…..lapidario. En fin, seguimos y tras bajada espectacular, transitamos por el valle de los Guarros, donde observamos como Gaspar, preso de alegría incontenible, arroja un cohete…ah, no! Es que ha reventado el tubeless y ha llenado de moco antipinchazos el agro. Sin problemas. Nos procuramos una sábana quirúrgica, el Niño de las Letras procede a la reparación del desaguisado, mientras el Señor Cid hace de las suyas tirando piedras al Mula que hace de sujetador de bicis y no tiene empacho alguno en rematar de cabeza los envíos pétreos. Solventado el incidente, continuamos hasta cruzar el río Aljucén y comenzar una serie de largas y pronunciadas subidas que me hacen replantearme esta absurda costumbre de madrugar para penar los domingos. En fin, tras llorar abundantemente, alcanzamos la Vía de la Plata y bajamos por ella, superando la Cruz de la Niña Muerta a ritmo de varillaje. Como novedad, me quedo el último viéndole las traseras al Niño de las Letras y al Zuri. Cuando llegamos a la cuesta de las piedras, el personal anda contemplando el paisaje porque el Paralímpico ha tenido a bien reventar uno de los neumáticos de su nuevo jamelgo….ya ven sus mercedes, tan grandes y también revientan. Nada, nada,…. se arregla el asunto y jalando que se ha hecho tardísimo y como almas que lleva el diablo recorremos el camino hasta la gasolinera de Aljucén donde damos por inaugurado este pantano, tal y como decía aquel señor bajito de voz aflautada. Toda esta historia podía haber tenido un final feliz: la ruta había sido preciosa, a pesar de todo había hecho un día fantástico…..pero eran las tantas y ya no daba tiempo de libaciones reglamentarias y ya saben sus señorías, una salida mora sin cerveza post-ruta es como el que tiene un tío en Graná, que no tiene tío ni tiene ná….Menos mal que el Capitán Gancho había echado la bota de vino y nos hizo de Carmina.