Salida 26/3/2013 Crónica de los idus de Marzo

01.01.2013 00:00

A las nueve, como siempre. En el puente, como siempre. Va a llover.....como siempre. Ya con la moral un poco tocada ante la más que generosa aportación hídrica de estos días, no fuimos capaces de juntar más de siete moros dispuestos a poner perdíos de barro los jumentos. Sobrepasado el límite horario del Sr. Cid y sentida profundamente su ausencia, ascendemos cansinamente la calle Almendralejo para desesperación de un chunda-chunda con el buga tuneao que vuelve temprano al nido, seguramente después de haber estado estudiando toda la noche para el examen ese de la ESO con premio de mil leuris. Llegados a la pista del Psiquiátrico, el barrillo colorao intima con nuestras ruedas y nos cuesta moverlas lo que no hay en los escritos, provocando los primeros calentones de la jornada. Reagrupamiento en Trujillanos que atravesamos buscando la carretera de Cornalvo que recorremos con ritmo de varillaje, lo que provoca que llegados al cruce el Ervi, que viene un poco jartito de nosotros, se haga el distraído y nos de esquinazo camino del Muelas. Llegamos a la presa de Cornalvo, con agua pá caer malo, y decidimos ascender hasta la Casa de los Conejos para darle una alegría al reciente moro desertor. El Presidente, que de rastros entiende un rato, concluye a la vista de las huellas, que el renegado no ha pasado por allí por lo que decidimos seguir por la carretera en su búsqueda. Para su desgracia, imito a la niña del exorcista y al girar el pescuezo advierto detrás en lontananza al pavo. Paramos, le damos la alegría de su vida y le arreglan la bici que lleva un catálogo de ruidos de lo más interesante. Continuamos hasta el camino del Rugidero, que abandonamos en repentina y empinada subida a la derecha. Cuesta que se agarra, cambios que rechinan y moros que chapotean en barro que antes era camino ante la indiferente mirada de animales bravidos....Vamos buscando el embalse del Muela y abandonamos el camino a la izquierda para, prácticamente campo a través y sorteando deposiciones bóvidas variadas, alcanzar el murete de la presa. Como otra cosa no, pero descerebrados en este club, constituyen mayoría, se encarama el personal a la mencionada construcción para, montados en los jumentos, alcanzar la otra orilla. Gaspar, que es un tío que tengo por cabal, y el que suscribe optan por la prudencia y atravesamos desmontados el asunto, que los idus de marzo están recientes y, como le dijeron a César, lo mismo no han acabado. Tal precaución nos valen las puyas del resto de aguerridos moros. No obstante, esta boquita mía también reparte estopa para desesperación de una parejita observapatos apostada en el lugar. Como ya vamos bien mojaditos por debajo, y para hacer juego, se nos pone a llover por arriba. Transitamos el Huevo y el Gamo, nadamos en grandes charcones y nos topamos un poco más adelante con tres moros carreristas que nos confiesan estar ya un poco jartos de zapatillas. Continuamos y el Mula hace amigos con tres pollos que se unen a la fiesta. Seguimos por las traseras del Moro y atravesamos un charcón enorme, donde meto las dos patitas para comprobar la temperatura del agua. Llegada a Aljucén, calentones en las cuestas camino del Carrascalejo y parada avitualladora en la fuente. Continuamos por la polvera, convertida en un charco continuo, roderas que dan miedo y el Presidente que hace una demostración de cómo se revienta una rueda por saltar una de ellas. Reparación amenizada por gilipolleces varias y jarreando, que vamos tarde, alcanzamos la Charca que circunvalamos al ritmo de varillaje, con plato metido. Con el calentón en el cuerpo y ya en el carril bici, Pantani y el Máquina ponen tierra de por medio. Se nos cruza la Culebra Aceitosa camino de su cubil, llegamos al cruce y seguimos como alma que lleva el diablo camino de nuestras merecidas libaciones. Al Zuri, que para la ocasión monta el jamelgo viejo, le suena un par de veces el comodín del teléfono, así que se ahorra cinco euritos. Llegamos hechos unos zorros a nuestro lugar de oración donde nos espera nuestra mesa-mantel y nos disculpan la etiqueta. Un par de tubos después, llegan los pedestres, recuperan rápidamente el terreno perdido y después de otro par de ellos y la invitá, allí los quedamos....., entrenando.