Las pájaras
01.01.2013 00:00
Por Eva Montero (psicóloga del Deporte) | |
miércoles, 07 de julio de 2010 | |
Ay, esas aves de mal agüero que sobrevuelan por nuestras piernas y nuestro ánimo hasta que de repente ¡zas! ¡Picotazo! Uf, que no llego arriba, con lo bien que yo iba, si es que ya sabía yo que tenía que haber desayunado más fuerte, pero es que no me entra nada por las mañanas y estos pendejos del club van demasiado deprisa, me he quemado intentando seguirlos y estoy vacío, no puedo más, estoy muerto, estoy... ¡apajarado! ¿Os suena la cantinela? ¡A que sí! Bueno, para seguir un poco el hilo de lo físico con lo psicológico se me ha ocurrido hablar de esos duros momentos, que en el caso de los profesionales han quedado en la memoria, casi más que ganando un Tour de Francia. Quién no se acuerda de la famosa pájara de Gorospe en Serranillos... mira que hace años, y yo creo que es famosa hasta para la gente que nació después de aquel 1983. El sambenito con el que ha tenido que cargar el pobre Julián durante su carrera deportiva e incluso después, cuando estaba de director. Pero bueno, yo estoy aquí para echaros una mano y procurar en la medida de lo posible que no os pase lo que al rubio corredor del histórico Reynolds. Comer o no comer Entre las explicaciones de aquel desfallecimiento se decía que le había sentado mal la comida, por lo visto la vomitó. Con el estómago vacío y acechando un ciclista como Hinault no es de extrañar entonces que lo pasara mal. Tan malo es no comer como comer y que por culpa de los nervios, de tomar algo en mal estado o de que ese día te hayas levantado con las tripas del revés, acabes parando al lado de la cuneta y no para vaciar la vejiga sino para invertir la gravedad desalojando un órgano más voluminoso. Sobre nutrición no voy a dar consejos, ya que no soy experta, pero sí sobre el "cómo te comes" la comida. Si te metes la barrita a presión en la boca mientras están atacando los "galgos" del club es probable que te siente mal. Lo mismo si pruebas un nuevo gel que te sabe asqueroso, o si te obligas a desayunar fuerte por la mañana hasta el punto de sentir que estás inflado, más por no seguir tragando sin ganas, que por haber comido lo suficiente. Si eres de los que al levantarse temprano le cuesta comer porque hayas dejado la cama en realidad sigues durmiendo con los ojos abiertos, es mejor que comas menos y cuando te vayas despertando tomar otro bocado y así tu estómago también se despierta y digiere bien los alimentos. La ansiedad y la digestión Por otro lado, que te siente bien o no la comida puede tener relación con tu grado de ansiedad. Si tienes tendencia a ponerte nervioso sobre la bici, procura no comer en esos momentos, espera a estar un poco más tranquilo, y mastica bien, no engullendo la comida. También influye la ansiedad en la pájara de modo anticipatorio, me explico: pongamos el caso en el que piensas que no has comido lo suficiente y que puedes sufrir un desfallecimiento. Si esa idea te ronda la cabeza, tu atención se centrará en tus sensaciones físicas y en cuanto notes que algo va mal en tu cuerpo (p.ej. falta de fuerza), pensarás "ya está aquí la pájara". A continuación vienen a la mente, como picotazos, valga el símil con la pájara, los pensamientos que te producen más ansiedad aún. Si es que no comí suficiente, es que esto sabe a rayos, tenía que haber cogido una ampolla de glucosa… Estos pensamientos elevan la ansiedad y consumen energía, aumentando el gasto metabólico y vaciando nuestro "depósito de gasolina". Al final, la profecía se cumple a si misma: no es que hayas comido poco, es que con tantos "nervios" lo has quemado todo. El cerebro humano es el órgano que más calorías consume, y cuanto más preocupado está más trabaja, así que: - Si te agobia no haber comido suficiente, tu mente se va a comer la energía que tiene que ir a las piernas, y te quedarás vacío, no por comer poco, sino porque se lo han comido tus neuronas. - Si tienes miedo de que algo te haya sentado mal, tu organismo también lo va a pensar, y va a intentar expulsar ese supuesto veneno, lo que significa que puede producirse el vómito. Cómo combatir el "ataque de la pájara" Bueno, pues como ocurre en muchas ocasiones, la clave es controlar la ansiedad. Si hemos comido poco, no es por una regla de tres que vayamos a tener un desfallecimiento, porque depende de muchas otras cosas. Si estás en una época personal un poco "revuelta" es posible que todo lo veas de forma un poco pesimista y si una nueva barrita te sabe mal, puede que el problema no sea su sabor, sino que estés demasiado sensible y todo lo que no conozcas te sepa a rayos. De la misma forma, te apetecerá menos comer o al contrario, comer de forma compulsiva (según la persona la ansiedad le provoca efectos dispares). En estos casos, lo importante es ser consciente de esa situación e ir controlando las ingestiones de comida, por lo general siempre es bueno comer menos y a menudo, que mucho y pocas veces. Conviene no forzarse a comer, ni tampoco comer demasiado, y no probar nuevos compuestos milagrosos, mejor en estos casos, como se suele decir, "lo malo conocido" que ya habrá tiempos mejores para probar cosas nuevas. Una clave importante es no tener la idea preconcebida, en función de cómo nos hemos levantado esa mañana, de que tal y cómo estamos andando o de lo que hemos comido y/o bebido, estamos abocados a la pájara. En este caso, el miedo a padecerla nos puede llevar a comer más de la cuenta, aunque sea a poquitos, y provocar malestar estomacal, náuseas y vómitos. A veces nuestros mejores días empiezan con el pie izquierdo y luego se enderezan. Podemos empezar muy mal y luego rehacernos, luchar y encontrarnos mejor que antes de salir. Y si el pajarraco empieza a asomar sus alas, procura cambiar de pensamiento: en lugar de creer que vas irremisiblemente al vacío físico, piensa que puede que sea un mal momento y que puedes recuperar cuando llegues arriba del puerto, en el llano, o subiendo a un ritmo más lento. Recuerda, como dije en los artículos anteriores, que para progresar hay que pasar por la fatiga, así se da el mecanismo de sobrecompensación. Es posible, por tanto, que en un rato vuelvas a tener buenas sensaciones, y si no es así, tranquilo, no vayas a sobreentrenarte, que ya habrá otro día más bueno. La pájara también tiene su lado positivo: así aprendes a conocerte mejor, y podrás poner remedio para que no te vuelva a acechar. Eva Montero psicoclidep@gmail.com |