Salida 21/10/2012 - Crónicas planificadoras
Me afean los pacientes lecto-ciclistas el excesivo paréntesis observado en la sucesión de relatos sobre las andanzas de este grupo de desoficiados dominicales, así que, sin más preámbulo y dilación, paso a ello. Las nueve horas y muchos minutos del día 21 de octubre son testigos de la convocatoria de diez moros y dos filiales (he de confesar que tan abultada nómina no obedece a ningún repentino incremento de la afición ciclista sino más bien al comprensible interés por asistir, dado que no se requería etiqueta, al anunciado ágape posterior en “Chez Pincho”). Como la ruta ya estaba sugerida previamente, no perdemos excesivas fuerzas en discutir entre nosotros y enfilamos la calle Almendralejo con intención de tomar la pista dirección Trujillanos. El chaparrón del viernes ha reblandecido el asunto y cuesta mover las máquinas. Aún así, se rueda más o menos ligerito y, con los primeros calentones, llegamos sin novedad por la carretera a Campomanes, donde fiel a nuestras costumbre damos veraz información sobre la dirección correcta a seguir en el primer cruce…..resultado de nuestra primera buena acción del día, es el intento de abordaje por parte del Máquina a un biker al que habíamos dado caza unos metros antes. Pasado el susto del ínclito, giramos a la izquierda y comenzamos la larga ascensión por los Pinos, que va poniendo a cada uno en su sitio. A mí, como me lo tienen reservado, no voy a discutir con nadie por ello. Llegado a la primera cancela con el pelotón de los torpes, el abordado ciclista pregunta eso de…”si queda mucha subida”. Ante nuestra descripción pormenorizada y terrorífica del infierno que nos aguarda, el interesado recuerda que ha estado esta semana dolorido de los lumbares y que hasta luego lucas. Lamentando tan sensible pérdida, seguimos cogiendo altura viendo a lo lejos los últimos culos moros. Alcanzada mi bestia negra, considero de acuerdo con mi tocayo, que sería conveniente comprobar que la escapatoria de la derecha sigue siendo transitable, todo ello por si alguna vez al grupo le es necesario cogerla. Por su parte, el traficante de cacao ha decidido pasar lista a las abejas del camino de la izquierda para comprobar que siguen allí. Nuestros sacrificios no son apreciados por algunos miembros del pelotón cuando llegan al pie del Meteorito y en esas reprimendas estamos cuando aparece la marabunta ciclista dispuesta a tomar la sierra……Como no tenemos ganas de hacer sangre, les damos ventaja y cuando han pasado, emprendemos tras ellos la ascensión del Alto Terrero. A media ascensión, primeras averías. Continuamos hasta hacer cima y, descendiendo, buscamos la bajada del cortafuegos a la derecha. Nos confundimos y a media bajada, se corta el asunto. Algún que otro expedicionario continúa por entre la floresta. El resto volvemos penosamente sobre nuestros pasos. Playmobil, que ha estado ejerciendo de reportero de guerra, decide darnos un respiro y para ello no duda en pinchar. Encontrada la bajada buena, las hay de todos los colores, quien pone pie a tierra, quien no y quien se hace pupita. Acabada la diáspora en Cuatro Caños, nos dirigimos subiendo hacia la Cancela Verde, para emprender la bajada por los alcornocales. El Capitán Gancho le aprieta los machos a su nuevo jumento y el Mula se le acopla hasta que, debido a su sutil manejo por todos conocido, revienta cámara una vez más. Juramentos varios en arameo acompañan la reparación del asunto. El Sr. Cid, para entretener la espera del personal, nos obsequia con una nueva demostración de lanzamiento de piedras colaborando a la reparación de una cerca. El avieso Playmobil, aprovecha el descuido para encajar el casco del Mula en una encina sin darse importancia. Terminada la reparación, el dueño del elemento de seguridad, echándolo en falta y localizándolo en las alturas, con maestría digna del experto lanzador de piedras, lo descabalga de un certero peñascazo entre el descojono general. Continuamos a ritmo de varillaje hasta Mirandilla, donde el personal decide situar meta volante. Después del calentón, consenso en regresar a la imperial urbe por la Vía de la Plata ante la más que previsible abundancia de barro en la Agüina. Llegados con buena hora y escasos cincuenta kilómetros, en esta ocasión no acudimos a nuestra parroquia a restañar las heridas…..Tenemos reunión en el frenopático para planificar la temporada, acudimos duchaditos y con la muda limpia, todo muy rico y muy bien presentado……..