Salida 26/05/2013 Crónicas Buitreras
Al parecer, no habíamos quedado suficientemente satisfechos la semana pasada de ganar altura, así es que, para ésta, las maquiavélicas mentes ponerutas habían diseñado un paseito por la Sierra de San Pedro, sabedores ellos, qué detalle, de cómo me ponen las subidas. Concentración prevista a las 8,30, horario que, como es de recibo, el Sr. Cid se pasa por el forro de sus entretelas, y partida de 10 moros expedicionarios en coche hasta la estación de ferrocarril de Aldea del Cano. Llegada sin novedad, excepción hecha del retraso acostumbrado, bicicletas descargadas e inicio de la ruta acompañado de temores de Quini Lintenna sobre la posibilidad de que los vehículos salgan ardiendo como teas a la vista del abundante pasto. Pedimos voluntarios para segar jaramagos y, como se ofrece todo el mundo, ante el temor de que nadie realizara la ruta, decidimos continuar y que, si pasa algo, pá eso esta el seguro.... Primeros instantes de la ruta y primeros avistamientos de buitres (inquietante visión ante el estado de forma de alguno), con buen ritmo interrumpido por cancelas varias, hasta llegar a la que nos lleva a la salita de estar de un abundante grupo de animales bravidos, nada fuera de lo normal salvo “el bicho”, pedazo de bóvido con unos atributos colgando que hacen odiosas las comparaciones. El caso es que la mayoría de las de los cuernos, hacen caso a nuestras educadas peticiones de paso, excepto el bicho. Caguetillas e indecisiones varias nos hacen adoptar firmeza ante la adversidad....resultado: unos echando leches pálante, otros ...no, no,... por detrás, el Mula dando vueltas alrededor del peaso de bicho.... En fin, creo que estamos pá debutar en las Ventas. Continuamos superando cancelas a través de dehesas y acometemos la primera subidita del día que nos hace pasar las primeras fatiguitas. Llegamos a un cortijo para franquear la puerta cerrada, perros que se ponen nerviosos ante la invasión mora y tránsito por las laderas de la sierra por caminos que, en ocasiones dejan de serlo. Continuamos subiendo hasta coronar en la puerta de alguna finca y emprendemos una espectacular bajada hasta que el Sr. Cid, decidido a convertirse en protagonista del día, nos obsequia con en buen llantazo. Parón en el grupo para “arreglar” el entuerto. Desmontada la cubierta, líquido antipinchazos más tieso que la pata perico y tuerca de válvula apretada a conciencia....con un alicates según confiesa el canalla. Vanos intentos de arreglo, herramientas varias que no sirven de nada, y al final.....hay que operar. El Capitán Gancho desenvaina una navaja del quince que hace añicos la susodicha pieza. Continuamos hasta llegar a otro cortijo que rodeamos para continuar por un bonito valle y así llegar a un nuevo cortijo rodeado por una zanja. El Paralímpico, decidido a demostrar las ventajas de la 29, intenta pasarla montado y acaba remando de cabeza contra el suelo ante el descojono general. Continuamos y llegamos a una bifurcación de caminos. ¿Izquierda?, ¿Derecha?, es por la derecha....riachuelo con mu mala leche que hay que cruzar...Dudas generalizadas, primeros moros que pasan, barro, agua....A ver, que voy yo...Pantani que calza el desarrollo adecuado y, 5 cm. después hostia de esas a plomo. Felicitaciones efusivas del personal por el espectáculo. Soy el último en “pasar”, y como llevo los pinreles caldeaos, me los refresco en el barrito acuoso. No he acabado de montarme, cuando vienen éstos de vuelta....camino equivocado. Y otra vez está ahí el jodío charco. La historia se repite: Pantani, que le ha cogido gusto al espectáculo, acaba pegao como una araña en un zarzal y yo renuevo mis votos con el barro. Continuamos por subidas exigentes y pedregosas llegando a la buitrera para reponer fuerzas. Unas cuantas barritas después, continuamos camino hasta llegar a una pista ancha en continuo ascenso y con polvo como para quedarnos preñados tres o cuatro veces. Menos mal que la naturaleza es sabia y no permite tal despropósito ante la más que fundada sospecha del penoso resultado de la gestación. Seguimos hasta alcanzar la base de Sierra Estena y al personal, puesto el ritmo de varillaje, le empiezo a perder de vista los cuartos traseros. Sigo la estela de la polvareda por una pista en continuo descenso, cuando me encuentro con los más normal que puedes encontrarte en una camino en lo alto de la sierra: un trailer de siete ejes. Se me acelera el pulso imaginado la escena del camionero desprendiéndose de mí accionando el limpiaparabrisas si, en vez de verlo de lejos con Juanra convenientemente orillao, me lo encuentro detrás de alguna revuelta....Reagrupamiento abajo, y vuelta a subir, ya un poco tocaditos del ala. Volvemos a pasar por algunos cortijos y emprendemos la subidita reina del día. La última vez que mire el pulsómetro marcaba 380 pulsaciones creo...Llego a la conclusión de que, o está mal él , o estoy mal yo. Como apuesto sobre seguro, dejo de mirarlo y llego a la cima donde espera el grueso del pelotón a los rezagados. Reconfortante bajada en mitad de impresionante polvareda que hace que casi me trague al Canopesca, que se ha marcao una parada técnica y que nos lleva a las obras del Ave, que como en su día hicimos con la autovía, decidimos inaugurar.....y así damos la salida al Expreso Moro del Norte. Impresionante ritmo de hipervarillaje que se marca el personal con casi 40 kilómetros por hora que nos lleva sobre la plataforma hasta llegar a la estación y los coches, a los que, por cierto, no les ha pasao ná, excepto que las aviesas aves se han aliviado generosamente sobre ellos, especialmente sobre el de Gaspar y el mío. Despelote campero para regresar arregladitos y cometer el gran pecado del día. En vez de acudir a nuestra parroquia, cometemos la herejía (perdónanos Carmina....) en aras de la seguridad de los jumentos de recalar en el Bingo, donde nos doblamos unos cuantos tubos e ingerimos ingentes cantidades de colesterol a la brasa. Nos hemos puesto ya la penitencia.....el domingo que viene, la cumplimos.